lunes, 1 de junio de 2015

Desarrollo Psicosocial


Erik Erikson

Estadío I
Estadío: confianza versus desconfianza -esperanza
Niño de 0 a 12-18 meses.

Este primer estadío consiste en desarrollar la confianza sin eliminar completamente la capacidad para desconfiar.
Si los padres proveen al recién nacido cierto grado de familiaridad, consistencia y continuidad, el niño desarrollará un sentimiento de que el mundo, especialmente el mundo social, es un lugar seguro para estar; que las personas son de fiar y amorosas. También, a través de las respuestas paternas, el niño aprende a confiar en su propio cuerpo y las necesidades biológicas que van con él.
Si los padres son desconfiados e inadecuados en su proceder; si rechazan al infante o le hacen daño; si otros intereses provocan que ambos padres se alejen de las necesidades de satisfacer las propias, el niño desarrollará desconfianza.Será una persona aprensiva y suspicaz con respecto a los demás.
Es muy importante recalcar que esto no quiere decir que los padres tengan que ser los mejores del mundo. De hecho, aquellos padres que son sobreprotectores; que están ahí tan pronto el niño llora, le llevarán a desarrollar una tendencia mal adaptativa que Erikson llama desajuste sensorial, siendo excesivamente confiado, incluso incrédulo.
Aunque, de hecho, es peor aquella tendencia que se inclina sobre el otro lado: el de la desconfianza. Estos niños desarrollarán la tendencia maligna de desvanecimiento .Esta persona se torna depresiva, paranoide e incluso puede desarrollar una psicosis.
Si se logra un equilibrio, el niño desarrollará la virtud de esperanza, una fuerte creencia en la que se considera que siempre habrá una solución al final del camino, a pesar de que las cosas vayan mal.
Uno de los signos que nos indican si el niño va bien en este primer estadio es si puede ser capaz de esperar sin demasiado jaleo a demorar la respuesta de satisfacción ante una necesidad.
Esta es la misma habilidad que utilizaremos ante situaciones de desilusión como en el amor, en la profesión y muchos otros dominios de la vida.

Estadio II
Éste segundo estadio es correspondiente al llamado estadio anal-muscular de la niñez temprana, comienza alrededor de 1 año y seis meses hasta los 3-4 años de edad.
La tarea primordial es la de alcanzar un cierto grado de autonomía, aún conservando un toque de vergüenza y duda.
Si los padres o los cuidadores permiten que el niño explore y manipule su medio, éste desarrollará un sentido de autonomía o independencia. Los padres no deben desalentarle ni tampoco empujarle demasiado. Se requiere, en este sentido, un equilibrio. La mayoría de la gente le aconsejan a los padres que sean "firmes pero tolerantes" en esta etapa, y desde luego el consejo es bueno. De esta manera, el niño desarrollará tanto un autocontrol como una autoestima importantes.
Por otra parte, en vez de esta actitud descrita, es bastante fácil que el niño desarrolle un sentido de vergüenza y duda. Si los padres acuden de inmediato a sustituir las acciones dirigidas a explorar y a ser independiente, el niño pronto se dará por vencido, asumiendo que no puede hacer las cosas por sí solos. Hay que tener presente que el burlare de los esfuerzos del niño puede llevarle a sentirse muy avergonzado, y dudar de sus habilidades.
También hay otras formas de hacer que el niño se sienta avergonzado y dudoso.  Como el otorgarle una libertad sin restricciones con una ausencia de límites, o si se le ayuda a hacer lo que él podría hacer solo, también de este modo se le  dice que no es lo suficientemente bueno.
Si no somos lo suficientemente pacientes para esperar a que el niño se ate los cordones de sus zapatos, nunca aprenderá a atárselos, asumiendo que esto es demasiado difícil para aprenderlo.
No obstante, un poco de vergüenza y duda no solo es inevitable, sino que incluso es bueno. Sin ello, se desarrollará lo que Erikson llama impulsividad, una suerte de premeditación sin vergüenza que más tarde, en la niñez tardía o incluso en la adultez, se manifestará como el lanzarse de cabeza a situaciones sin considerar los límites y los atropellos que esto puede causar.
Peor aún es demasiada vergüenza y duda, lo que llevará al niño a desarrollar la malignidad que Erikson llama compulsividad. La persona compulsiva siente que todo su ser está envuelto en las tareas que lleva a cabo y por tanto todo debe hacerse correctamente. El seguir las reglas de una forma precisa, evita que uno se equivoque, y se debe evitar cualquier error a cualquier precio.Muchos  reconocen lo que es sentirse avergonzado y dudar continuamente de uno mismo.
Si se logra un equilibrio apropiado y positivo entre la autonomía y la vergüenza y la culpa, se irá desarrollando la virtud de una voluntad poderosa o determinación. Una de las cosas más admirables (y frustrantes) de un niño de dos o tres años es su determinación. Su mote es "puedo hacerlo". Si se nutre ese "puedo hacerlo" (con una apropiada modestia, para equilibrar) seremos mucho mejores como adultos.

Estadio III
Este es el estadio genital-locomotor o la edad del juego.Desde los 3-4 hasta los 5-6 años, y consiste en aprender la iniciativa sin una culpa exagerada.
La iniciativa sugiere una respuesta positiva ante los retos que presenta el mundo, asumiendo responsabilidades, aprendiendo nuevas habilidades y sintiéndose útil.
Los padres pueden animar a sus hijos a que lleven a cabo sus ideas por sí mismos.Alentando la fantasía, la curiosidad y la imaginación.Esta es la época del juego, no para una educación formal. Ahora el niño puede imaginarse, como nunca antes, una situación futura, una que no es la realidad actual. La iniciativa es el intento de hacer real lo irreal.
Pero si el niño puede imaginar un futuro, si puede jugar, también será responsable y culpable, llegado también a la capacidad para establecer juicios morales.
Erikson es, por supuesto, un freudiano y por tanto incluye la experiencia edípica en este estadio. Desde su punto de vista, la crisis edípica comprende la renuencia que siente el niño a abandonar su cercanía al sexo opuesto. Un padre tiene la responsabilidad, socialmente hablando, de animar al niño a que "crezca"; "¡que ya no eres un niño!". Pero si este proceso se establece de manera muy dura y extrema, el niño aprende a sentirse culpable con respecto a sus sentimientos.
Demasiado iniciativa y muy poca culpa significa una tendencia maladaptativa que Erikson llama crueldad. La persona cruel toma la iniciativa. Tiene sus planes, ya sea en materia de escuela, romance o política, o incluso profesión.El único problema es que no toma en cuenta a quién tiene que pisar para lograr su objetivo.Todo es el logro y los sentimientos de culpa son para los débiles. La forma extrema de la crueldad es la sociopatía.
La crueldad es mala para los demás, aunque relativamente fácil para la persona cruel. Peor para el sujeto es la malignidad de culpa exagerada, lo cual Erikson llama inhibición. La persona inhibida no probará cosa alguna, ya que "si no hay aventura, nada se pierde" y particularmente, nada de lo que sentirse culpable. Desde el punto de vista sexual, edípico, la persona culposa puede ser impotente o frígida.
Un buen equilibrio llevará al sujeto a la virtud psicosocial de propósito.Siendo sentido del propósito algo que diversas personas anhelan a lo largo de su vida, aunque la mayoría de ellas no se dan cuenta que, de hecho, ya llevan a cabo sus propósitos a través de su imaginación y su iniciativa.
Estadio IV
Esta etapa corresponde entre los 6 y 12 años de edad del niño escolar. La tarea principal es desarrollar una capacidad de laboriosidad al tiempo que se evita un sentimiento excesivo de inferioridad. Los niños deben "domesticar su imaginación" y dedicarse a la educación y a aprender las habilidades necesarias para cumplir las exigencias de la sociedad.
Aquí entra en juego una esfera mucho más social: los padres, así como otros miembros de la familia, compañeros al igual que los profesores y otros miembros de la comunidad. Todos ellos contribuyen; los padres deben animar, los maestros deben cuidar; los compañeros deben aceptar. Los niños deben aprender que no solamente existe placer en concebir un plan, sino también en llevarlo a cabo. Deben aprender lo que es el sentimiento del éxito, ya sea en el patio o el aula; ya sea académicamente o socialmente.
Una buena forma de percibir las diferencias entre un niño en el tercer estadio y otro del cuarto es sentarse a ver cómo juegan. Los niños de cuatro años pueden querer jugar, pero solo tienen conocimientos vagos de las reglas e incluso las cambian varias veces a todo lo largo del juego escogido. No soportan que se termine el juego, como no sea tirándoles las piezas a su oponente. Un niño de siete años, sin embargo, está dedicado a las reglas, las consideran algo mucho más sagrado e incluso puede enfadarse si no se permite que el juego llegue a una conclusión estipulada.
Si el niño no logra mucho éxito, debido a maestros muy rígidos o a compañeros muy negadores, por ejemplo, desarrollará entonces un sentimiento de inferioridad o incompetencia. Una fuente adicional de inferioridad, en palabras de Erikson, la constituye el racismo, sexismo y cualquier otra forma de discriminación. Si un niño cree que el éxito se logra en virtud de quién es en vez de cuán fuerte puede trabajar, entonces ¿para qué intentarlo?.
Una actitud demasiado laboriosa puede llevar a la tendencia mal adaptativa de virtuosidad dirigida. Esta conducta la vemos en niños a los que no se les permite "ser niños"; aquellos cuyos padres o profesores empujan en un área de competencia, sin permitir el desarrollo de intereses más amplios. Estos son los niños sin vida infantil: niños actores, niños atletas, niños músicos, niños prodigios en definitiva.
Sin embargo, la malignidad más común es la llamada inercia. Esto incluye a todos aquellos de nosotros que poseemos un "complejo de inferioridad". Alfred Adler habló de ello.Un claro ejemplo son los niños que alguna vez fueron humillados en la clase de deporte por ser poco atletas, estos entonces no querrán volver a practicar algún deporte por ser considerados poco eficientes.Otros nunca desarrollaron habilidades sociales (la más importante de todas), entonces nunca saldran a la vida pública. Se vuelven  seres inertes.

Estadio V
Etapa de la adolescencia, empieza en la pubertad y finaliza alrededor de los 18-20 años.
La tarea primordial es lograr la identidad del Yo y evitar la confusión de roles.
La identidad yoica significa saber quiénes somos y cómo encajamos en el resto de la sociedad. Exige que tomemos todo lo que hemos aprendido acerca de la vida y de nosotros mismos y lo moldeemos en una autoimagen unificada, una que nuestra comunidad estime como significativa.
Hay cosas que hacen más fácil estas cuestiones. Primero, debemos poseer una corriente cultural adulta que sea válida para el adolescente, con buenos modelos de roles adultos y líneas abiertas de comunicación.
Además, la sociedad debe proveer también unos ritos de paso definidos; o lo que es lo mismo, ciertas tareas y rituales que ayuden a distinguir al adulto del niño. En las culturas tradicionales y primitivas, se le insta al adolescente a abandonar el poblado por un periodo de tiempo determinado con el objeto de sobrevivir por sí mismo, cazar algún animal simbólico o buscar una visión inspiradora. Tanto los chicos como las chicas deberán pasar por una serie de pruebas de resistencia, de ceremonias simbólicas o de eventos educativos. De una forma o de otra, la diferencia entre ese periodo de falta de poder, de irresponsabilidad de la infancia y ese otro de responsabilidad propio del adulto se establece de forma clara.
Sin estos límites, nos embarcamos en una confusión de roles, lo que significa que no sabremos cuál es nuestro lugar en la sociedad y en el mundo. Erikson dice que cuando un adolescente pasa por una confusión de roles, está sufriendo una crisis de identidad. Una de las sugerencias que Erikson plantea para la adolescencia en nuestra sociedad es la una moratoria psicosocial. Anima a los jóvenes a que se tomen un "tiempo libre". Es decir el búscarse a sí mismo.
Existe un problema cuando se posee demasiada"identidad yoica". Cuando una persona está tan comprometida con un rol particular de la sociedad o de una subcultura, no queda espacio suficiente para la tolerancia. Erikson llama a esta tendencia maladaptativa fanatismo. Un fanático cree que su forma es la única que existe. Éstos envuelven a otros alrededor de ellos, promocionando sus estilos de vida y creencias sin importarles el derecho de los demás a estar en desacuerdo.
La falta de identidad es bastante más problemática, y Erikson se refiere a esta tendencia maligna como repudio. Estas personas repudian su membresía en el mundo adulto e incluso repudian su necesidad de una identidad. Algunos adolescentes se permiten a sí mismos la "fusión" con un grupo, especialmente aquel que le pueda dar ciertos rasgos de identidad: sectas religiosas, organizaciones militaristas, grupos amenazadores; en definitiva, grupos que se han separado de las corrientes dolorosas de la sociedad. Pueden embarcarse en actividades destructivas como la ingesta de drogas, alcohol o incluso adentrarse seriamente en sus propias fantasías psicóticas. Después de todo, ser "malo" o ser "nadie" es mejor que no saber quién soy.
Erikson menciona la fidelidad, que se puede alcanzar al lograr y al superar ésta etapa, ya que la fidelidad implica lealtad, o la habilidad para vivir de acuerdo con los estándares de la sociedad a pesar de sus imperfecciones, faltas e inconsistencias. Es decir, la fidelidad que se establece cuando cada ser humano encuentra un lugar para sí mismo dentro de la misma sociedad.
Estadio VI
Etapa de la adultez jóven, oscila entre los 18 años a los 30 años aproximadamente.
Los límites temporales con respecto a las edades en los adultos son mucho más tenues que en las etapas infantiles, siendo estos rangos muy distintos entre personas. La tarea principal es lograr un cierto grado de intimidad, actitud opuesta a mantenerse en aislamiento.
La intimidad supone la posibilidad de estar cerca de otros, como amantes, amigos; como un partícipe de la sociedad. El "miedo al compromiso" que algunas personas parecen presentar es un claro ejemplo de inmadurez en este estadio. Sin embargo, este miedo no siempre es tan notorio. Muchas personas enlentecen o postergan el proceso progresivo de sus relaciones interpersonales.
La tendencia mal adaptativa que Erikson llama promiscuidad, se refiere particularmente a volverse abierto fácilmente, sin esfuerzo y sin ninguna profundidad o respeto por la intimidad de uno mismo. Tendencia que se puede dar en las relaciones interpersonales del adulto joven (Amigos, parejas, etc,) La exclusión es la tendencia maligna de aislamiento máximo. La persona se aísla de sus seres queridos o parejas, amigos y vecinos, desarrollando como compensación un sentimiento constante de cierta rabia o irritabilidad que le sirve de compañía.
Estadio VII
Estadio correspondiente al de la adultez media.(entre los 20 años y los 50 años). La tarea fundamental aquí es lograr un equilibrio apropiado entre la productividad (también conocido en el ámbito de la psicología como generabilidad. N.T.)  y el estancamiento.
La productividad es una extensión del amor hacia el futuro. Tiene que ver con una preocupación sobre la siguiente generación y todas las demás futuras. Por lo tanto, es menos "egoísta" que la intimidad de los estadios previos: la intimidad o el amor entre amantes o amigos, es un amor entre iguales y necesariamente es recíproco. La productividad, no espera, una reciprocidad en el acto.
Erikson considera que no solo la productividad incluye la crianza de los hijos, sino también la enseñanza, la escritura, la inventiva, las ciencias y las artes, el activismo social complementan la tarea de productividad.
El estancamiento, por otro lado, es la "auto-absorción"; cuidar de nadie. La persona estancada deja de ser un miembro productivo de la sociedad.
También existe la tendencia maladaptativa que Erikson llama sobrextensión consite en que algunas personas tratan de ser excesivamente productivas llegando aun momento en que no se pueden permitir nada de tiempo para sí mismos, para relajarse y descansar.
Existe también la maladaptativa tendencia de rechazo, lo que supone muy poca productividad y bastante estancamiento, lo que produce una mínima participación o contribución a la sociedad.
Esta es la etapa de la "crisis de la mediana edadDebido al pánico a envejecer y a no haber logrado las metas ideales que tuvieron cuando jóvenes, tratan de "recapturar" su juventud.
Si ésta etapa es atravesada con éxito sera desarrollada una capacidad importante para cuidar, que será útil para el resto de la vida.
Estadio VIII
La ultima etapa, que corresponde a la adultez tardía o vejez (se dá después de los 50 años).
La tarea primordial aquí es lograr la integridad yoica con un mínimo de desesperanza. En dicha etapa ocurre un distanciamiento social, desde un sentimiento de inutilidad; dentro del marco del ámbito social, familiar y biológico.Surgen enfermedades que son mayor dadas en la vejez como artritis, diabetes, problemas cardíacos, problemas relacionados con el pecho, ovarios y cánceres de próstata. Junto a las enfermedades, aparecen las preocupaciones relativas a la muerte. Los más cercanos fallecen como los amigos, los familiares, o la pareja.
Se da la desesperanza acompañada de las preocupaciones de sucesos ocurridos en el pasado, algunos se preocupan por sus fallos, pensando en que no se puede revertir el tiempo y en algunos casos tampoco se posee la energía suficiente. Algunos  que se encuentran en ésta etapa se deprimen, se vuelven resentidos, paranoides, hipocondríacos o desarrollan patrones comportamentales de senilidad con o sin explicación biológica.
La integridad yoica significa llegar a los términos de tu vida, y por tanto, llegar a los términos del final de tu vida. Siendo capaces de mirar atrás y aceptar el curso de los eventos pasados, las decisiones tomadas; la vida en general y como fue vivida,
La tendencia maladaptativa del estadio 8 es llamada presunción. Esto ocurre cuando la persona "presume" de una integridad yoica sin afrontar de hecho las dificultades de la senectud.La tendencia maligna es la llamada desdén. Erikson la define como un desacato a la vida, tanto propia como la de los demás.La persona que afronta la muerte sin miedo tiene la virtud que Erikson llama sabiduría. 




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