Erik Erikson
Estadío I
Estadío:
confianza versus desconfianza -esperanza
Niño de 0 a
12-18 meses.
Este primer
estadío consiste en desarrollar la confianza sin eliminar completamente
la capacidad para desconfiar.
Si los padres
proveen al recién nacido cierto grado de familiaridad, consistencia y
continuidad, el niño desarrollará un sentimiento de que el mundo, especialmente
el mundo social, es un lugar seguro para estar; que las personas son de fiar y
amorosas. También, a través de las respuestas paternas, el niño aprende a
confiar en su propio cuerpo y las necesidades biológicas que van con él.
Si los padres son
desconfiados e inadecuados en su proceder; si rechazan al infante o le hacen
daño; si otros intereses provocan que ambos padres se alejen de las necesidades
de satisfacer las propias, el niño desarrollará desconfianza.Será una persona
aprensiva y suspicaz con respecto a los demás.
Es muy importante
recalcar que esto no quiere decir que los padres tengan que ser los mejores del
mundo. De hecho, aquellos padres que son sobreprotectores; que están ahí tan
pronto el niño llora, le llevarán a desarrollar una tendencia mal adaptativa que
Erikson llama desajuste sensorial, siendo excesivamente confiado,
incluso incrédulo.
Aunque, de hecho,
es peor aquella tendencia que se inclina sobre el otro lado: el de la
desconfianza. Estos niños desarrollarán la tendencia maligna de desvanecimiento
.Esta persona se torna depresiva, paranoide e incluso puede desarrollar una psicosis.
Si se logra un equilibrio, el niño desarrollará la virtud de esperanza,
una fuerte creencia en la que se considera que siempre habrá una solución al
final del camino, a pesar de que las cosas vayan mal.
Uno de los signos que nos indican si el niño va bien en este primer
estadio es si puede ser capaz de esperar sin demasiado jaleo a demorar la
respuesta de satisfacción ante una necesidad.
Esta es la misma habilidad que utilizaremos ante situaciones de
desilusión como en el amor, en la profesión y muchos otros dominios de la vida.
Estadio II
Éste segundo
estadio es correspondiente al llamado estadio anal-muscular de la niñez
temprana, comienza alrededor de 1 año y seis meses hasta los 3-4 años de edad.
La tarea
primordial es la de alcanzar un cierto grado de autonomía, aún
conservando un toque de vergüenza y duda.
Si los padres o
los cuidadores permiten que el niño explore y manipule su medio, éste
desarrollará un sentido de autonomía o independencia. Los padres no deben
desalentarle ni tampoco empujarle demasiado. Se requiere, en este sentido, un
equilibrio. La mayoría de la gente le aconsejan a los padres que sean
"firmes pero tolerantes" en esta etapa, y desde luego el consejo es
bueno. De esta manera, el niño desarrollará tanto un autocontrol como una
autoestima importantes.
Por otra parte, en
vez de esta actitud descrita, es bastante fácil que el niño desarrolle un
sentido de vergüenza y duda. Si los padres acuden de inmediato a sustituir las
acciones dirigidas a explorar y a ser independiente, el niño pronto se dará por
vencido, asumiendo que no puede hacer las cosas por sí solos. Hay que tener
presente que el burlare de los esfuerzos del niño puede llevarle a sentirse muy
avergonzado, y dudar de sus habilidades.
También hay otras
formas de hacer que el niño se sienta avergonzado y dudoso. Como el otorgarle una libertad sin
restricciones con una ausencia de límites, o si se le ayuda a hacer lo que él
podría hacer solo, también de este modo se le
dice que no es lo suficientemente bueno.
Si no somos lo
suficientemente pacientes para esperar a que el niño se ate los cordones de sus
zapatos, nunca aprenderá a atárselos, asumiendo que esto es demasiado difícil
para aprenderlo.
No obstante, un
poco de vergüenza y duda no solo es inevitable, sino que incluso es bueno. Sin
ello, se desarrollará lo que Erikson llama impulsividad, una suerte de
premeditación sin vergüenza que más tarde, en la niñez tardía o incluso en la
adultez, se manifestará como el lanzarse de cabeza a situaciones sin considerar
los límites y los atropellos que esto puede causar.
Peor aún es
demasiada vergüenza y duda, lo que llevará al niño a desarrollar la malignidad
que Erikson llama compulsividad. La persona compulsiva siente que todo
su ser está envuelto en las tareas que lleva a cabo y por tanto todo debe
hacerse correctamente. El seguir las reglas de una forma precisa, evita que uno
se equivoque, y se debe evitar cualquier error a cualquier precio.Muchos reconocen lo que es sentirse avergonzado y
dudar continuamente de uno mismo.
Si se logra un
equilibrio apropiado y positivo entre la autonomía y la vergüenza y la culpa,
se irá desarrollando la virtud de una voluntad poderosa o determinación.
Una de las cosas más admirables (y frustrantes) de un niño de dos o tres años
es su determinación. Su mote es "puedo hacerlo". Si se nutre ese
"puedo hacerlo" (con una apropiada modestia, para equilibrar) seremos
mucho mejores como adultos.
Estadio III
Este es el estadio
genital-locomotor o la edad del juego.Desde los 3-4 hasta los 5-6 años,
y consiste en aprender la iniciativa sin una culpa exagerada.
La iniciativa
sugiere una respuesta positiva ante los retos que presenta el mundo, asumiendo
responsabilidades, aprendiendo nuevas habilidades y sintiéndose útil.
Los padres pueden
animar a sus hijos a que lleven a cabo sus ideas por sí mismos.Alentando la
fantasía, la curiosidad y la imaginación.Esta es la época del juego, no para
una educación formal. Ahora el niño puede imaginarse, como nunca antes, una
situación futura, una que no es la realidad actual. La iniciativa es el intento
de hacer real lo irreal.
Pero si el niño
puede imaginar un futuro, si puede jugar, también será responsable y culpable,
llegado también a la capacidad para establecer juicios morales.
Erikson es, por
supuesto, un freudiano y por tanto incluye la experiencia edípica en este
estadio. Desde su punto de vista, la crisis edípica comprende la renuencia que
siente el niño a abandonar su cercanía al sexo opuesto. Un padre tiene la
responsabilidad, socialmente hablando, de animar al niño a que
"crezca"; "¡que ya no eres un niño!". Pero si este proceso
se establece de manera muy dura y extrema, el niño aprende a sentirse culpable
con respecto a sus sentimientos.
Demasiado
iniciativa y muy poca culpa significa una tendencia maladaptativa que Erikson
llama crueldad. La persona cruel toma la iniciativa. Tiene sus planes,
ya sea en materia de escuela, romance o política, o incluso profesión.El único
problema es que no toma en cuenta a quién tiene que pisar para lograr su
objetivo.Todo es el logro y los sentimientos de culpa son para los débiles. La
forma extrema de la crueldad es la sociopatía.
La crueldad es
mala para los demás, aunque relativamente fácil para la persona cruel. Peor
para el sujeto es la malignidad de culpa exagerada, lo cual Erikson llama inhibición.
La persona inhibida no probará cosa alguna, ya que "si no hay aventura,
nada se pierde" y particularmente, nada de lo que sentirse culpable. Desde
el punto de vista sexual, edípico, la persona culposa puede ser impotente o
frígida.
Un buen equilibrio
llevará al sujeto a la virtud psicosocial de propósito.Siendo sentido
del propósito algo que diversas personas anhelan a lo largo de su vida, aunque
la mayoría de ellas no se dan cuenta que, de hecho, ya llevan a cabo sus
propósitos a través de su imaginación y su iniciativa.
Estadio IV
Esta etapa
corresponde entre los 6 y 12 años de edad del niño escolar. La tarea principal
es desarrollar una capacidad de laboriosidad al tiempo que se evita un
sentimiento excesivo de inferioridad. Los niños deben "domesticar
su imaginación" y dedicarse a la educación y a aprender las habilidades
necesarias para cumplir las exigencias de la sociedad.
Aquí entra en
juego una esfera mucho más social: los padres, así como otros miembros de la
familia, compañeros al igual que los profesores y otros miembros de la
comunidad. Todos ellos contribuyen; los padres deben animar, los maestros deben
cuidar; los compañeros deben aceptar. Los niños deben aprender que no solamente
existe placer en concebir un plan, sino también en llevarlo a cabo. Deben
aprender lo que es el sentimiento del éxito, ya sea en el patio o el aula; ya
sea académicamente o socialmente.
Una buena forma de
percibir las diferencias entre un niño en el tercer estadio y otro del cuarto
es sentarse a ver cómo juegan. Los niños de cuatro años pueden querer jugar,
pero solo tienen conocimientos vagos de las reglas e incluso las cambian varias
veces a todo lo largo del juego escogido. No soportan que se termine el juego,
como no sea tirándoles las piezas a su oponente. Un niño de siete años, sin
embargo, está dedicado a las reglas, las consideran algo mucho más sagrado e
incluso puede enfadarse si no se permite que el juego llegue a una conclusión
estipulada.
Si el niño no
logra mucho éxito, debido a maestros muy rígidos o a compañeros muy negadores,
por ejemplo, desarrollará entonces un sentimiento de inferioridad o
incompetencia. Una fuente adicional de inferioridad, en palabras de Erikson, la
constituye el racismo, sexismo y cualquier otra forma de discriminación. Si un
niño cree que el éxito se logra en virtud de quién es en vez de cuán fuerte
puede trabajar, entonces ¿para qué intentarlo?.
Una actitud
demasiado laboriosa puede llevar a la tendencia mal adaptativa de virtuosidad
dirigida. Esta conducta la vemos en niños a los que no se les permite
"ser niños"; aquellos cuyos padres o profesores empujan en un área de
competencia, sin permitir el desarrollo de intereses más amplios. Estos son los
niños sin vida infantil: niños actores, niños atletas, niños músicos, niños
prodigios en definitiva.
Sin embargo, la
malignidad más común es la llamada inercia. Esto incluye a todos
aquellos de nosotros que poseemos un "complejo de inferioridad".
Alfred Adler habló de ello.Un claro ejemplo son los niños que alguna vez fueron
humillados en la clase de deporte por ser poco atletas, estos entonces no
querrán volver a practicar algún deporte por ser considerados poco eficientes.Otros
nunca desarrollaron habilidades sociales (la más importante de todas), entonces
nunca saldran a la vida pública. Se vuelven seres inertes.
Estadio V
Etapa de la adolescencia,
empieza en la pubertad y finaliza alrededor de los 18-20 años.
La tarea
primordial es lograr la identidad del Yo y evitar la confusión de
roles.
La identidad yoica
significa saber quiénes somos y cómo encajamos en el resto de la sociedad.
Exige que tomemos todo lo que hemos aprendido acerca de la vida y de nosotros
mismos y lo moldeemos en una autoimagen unificada, una que nuestra comunidad
estime como significativa.
Hay cosas que
hacen más fácil estas cuestiones. Primero, debemos poseer una corriente
cultural adulta que sea válida para el adolescente, con buenos modelos de roles
adultos y líneas abiertas de comunicación.
Además, la
sociedad debe proveer también unos ritos de paso definidos; o lo que es
lo mismo, ciertas tareas y rituales que ayuden a distinguir al adulto del niño.
En las culturas tradicionales y primitivas, se le insta al adolescente a
abandonar el poblado por un periodo de tiempo determinado con el objeto de
sobrevivir por sí mismo, cazar algún animal simbólico o buscar una visión
inspiradora. Tanto los chicos como las chicas deberán pasar por una serie de
pruebas de resistencia, de ceremonias simbólicas o de eventos educativos. De
una forma o de otra, la diferencia entre ese periodo de falta de poder, de
irresponsabilidad de la infancia y ese otro de responsabilidad propio del
adulto se establece de forma clara.
Sin estos límites,
nos embarcamos en una confusión de roles, lo que significa que no sabremos cuál
es nuestro lugar en la sociedad y en el mundo. Erikson dice que cuando un
adolescente pasa por una confusión de roles, está sufriendo una crisis de
identidad. Una de las sugerencias que Erikson plantea para la adolescencia en
nuestra sociedad es la una moratoria psicosocial. Anima a los jóvenes a
que se tomen un "tiempo libre". Es decir el búscarse a sí mismo.
Existe un problema
cuando se posee demasiada"identidad yoica". Cuando una persona está
tan comprometida con un rol particular de la sociedad o de una subcultura, no
queda espacio suficiente para la tolerancia. Erikson llama a esta tendencia
maladaptativa fanatismo. Un fanático cree que su forma es la única que
existe. Éstos envuelven a otros alrededor de ellos, promocionando sus estilos
de vida y creencias sin importarles el derecho de los demás a estar en
desacuerdo.
La falta de
identidad es bastante más problemática, y Erikson se refiere a esta tendencia
maligna como repudio. Estas personas repudian su membresía en el mundo
adulto e incluso repudian su necesidad de una identidad. Algunos adolescentes
se permiten a sí mismos la "fusión" con un grupo, especialmente aquel
que le pueda dar ciertos rasgos de identidad: sectas religiosas, organizaciones
militaristas, grupos amenazadores; en definitiva, grupos que se han separado de
las corrientes dolorosas de la sociedad. Pueden embarcarse en actividades
destructivas como la ingesta de drogas, alcohol o incluso adentrarse seriamente
en sus propias fantasías psicóticas. Después de todo, ser "malo" o
ser "nadie" es mejor que no saber quién soy.
Erikson menciona
la fidelidad, que se puede alcanzar al lograr y al superar ésta etapa,
ya que la fidelidad implica lealtad, o la habilidad para vivir de acuerdo con
los estándares de la sociedad a pesar de sus imperfecciones, faltas e
inconsistencias. Es decir, la fidelidad que se establece cuando cada ser humano
encuentra un lugar para sí mismo dentro de la misma sociedad.
Estadio VI
Etapa de la adultez
jóven, oscila entre los 18 años a los 30 años aproximadamente.
Los límites
temporales con respecto a las edades en los adultos son mucho más tenues que en
las etapas infantiles, siendo estos rangos muy distintos entre personas. La
tarea principal es lograr un cierto grado de intimidad, actitud opuesta
a mantenerse en aislamiento.
La intimidad
supone la posibilidad de estar cerca de otros, como amantes, amigos; como un
partícipe de la sociedad. El "miedo al compromiso" que algunas personas
parecen presentar es un claro ejemplo de inmadurez en este estadio. Sin
embargo, este miedo no siempre es tan notorio. Muchas personas enlentecen o
postergan el proceso progresivo de sus relaciones interpersonales.
La tendencia
mal adaptativa que Erikson llama promiscuidad, se refiere particularmente
a volverse abierto fácilmente, sin esfuerzo y sin ninguna profundidad o respeto
por la intimidad de uno mismo. Tendencia que se puede dar en las relaciones
interpersonales del adulto joven (Amigos, parejas, etc,) La exclusión es
la tendencia maligna de aislamiento máximo. La persona se aísla de sus seres
queridos o parejas, amigos y vecinos, desarrollando como compensación un
sentimiento constante de cierta rabia o irritabilidad que le sirve de compañía.
Estadio VII
Estadio correspondiente
al de la adultez media.(entre los 20 años y los 50 años). La tarea
fundamental aquí es lograr un equilibrio apropiado entre la productividad
(también conocido en el ámbito de la psicología como generabilidad. N.T.)
y el estancamiento.
La productividad
es una extensión del amor hacia el futuro. Tiene que ver con una preocupación
sobre la siguiente generación y todas las demás futuras. Por lo tanto, es menos
"egoísta" que la intimidad de los estadios previos: la intimidad o el
amor entre amantes o amigos, es un amor entre iguales y necesariamente es
recíproco. La productividad, no
espera, una reciprocidad en el acto.
Erikson considera
que no solo la productividad incluye la crianza de los hijos, sino también la
enseñanza, la escritura, la inventiva, las ciencias y las artes, el activismo
social complementan la tarea de productividad.
El estancamiento, por otro lado, es la "auto-absorción"; cuidar de nadie. La
persona estancada deja de ser un miembro productivo de la sociedad.
También existe la
tendencia maladaptativa que Erikson llama sobrextensión consite en que algunas
personas tratan de ser excesivamente productivas llegando aun momento en que no
se pueden permitir nada de tiempo para sí mismos, para relajarse y descansar.
Existe también la
maladaptativa tendencia de rechazo, lo que supone muy poca productividad
y bastante estancamiento, lo que produce una mínima participación o
contribución a la sociedad.
Esta es la etapa
de la "crisis de la mediana edadDebido al pánico a envejecer y a no
haber logrado las metas ideales que tuvieron cuando jóvenes, tratan de
"recapturar" su juventud.
Si ésta etapa es
atravesada con éxito sera desarrollada una capacidad importante para cuidar,
que será útil para el resto de la vida.
Estadio VIII
La ultima etapa,
que corresponde a la adultez tardía o vejez (se dá después de los 50 años).
La tarea
primordial aquí es lograr la integridad yoica con un mínimo de desesperanza.
En dicha etapa ocurre un distanciamiento social, desde un sentimiento de inutilidad;
dentro del marco del ámbito social, familiar y biológico.Surgen enfermedades
que son mayor dadas en la vejez como artritis, diabetes, problemas cardíacos,
problemas relacionados con el pecho, ovarios y cánceres de próstata. Junto a
las enfermedades, aparecen las preocupaciones relativas a la muerte. Los más
cercanos fallecen como los amigos, los familiares, o la pareja.
Se da la desesperanza acompañada de las
preocupaciones de sucesos ocurridos en el pasado, algunos se preocupan por sus
fallos, pensando en que no se puede revertir el tiempo y en algunos casos
tampoco se posee la energía suficiente. Algunos que se encuentran en ésta etapa se deprimen,
se vuelven resentidos, paranoides, hipocondríacos o desarrollan patrones
comportamentales de senilidad con o sin explicación biológica.
La integridad
yoica significa llegar a los términos de tu vida, y por tanto, llegar a los términos
del final de tu vida. Siendo capaces de mirar atrás y aceptar el curso de los
eventos pasados, las decisiones tomadas; la vida en general y como fue vivida,
La tendencia
maladaptativa del estadio 8 es llamada presunción. Esto ocurre cuando la
persona "presume" de una integridad yoica sin afrontar de hecho las
dificultades de la senectud.La tendencia maligna es la llamada desdén.
Erikson la define como un desacato a la vida, tanto propia como la de los
demás.La persona que afronta la muerte sin miedo tiene la virtud que Erikson
llama sabiduría.